María de la Paz de Borbón: la infanta pacifista

María de la Paz Juana Amelia (María de la Paz Juana Amelia Adalberta Francisca de Paula Juana Bautista Isabel Francisca de Asís), más conocida como simplemente Paz de Borbón, nació con título de infanta el 23 de junio de 1862 en el Palacio Real de Madrid. Fue la décima de los hijos de la Reina Isabel II de España y de su consorte, Francisco de Asís de Borbón, pero a lo largo de la historia, su paternidad ha sido objeto de especulaciones, atribuyéndose al político y diplomático Miguel Tenorio de Castilla, quien fungió como secretario de la Reina, como su posible padre biológico. Desde pequeña, a la pequeña infanta se le describía como una mujer de mucha sencillez y con una mirada vivaz. A diferencia de sus hermanas mayores, Isabel y Eulalia, se decía que Paz poseía una personalidad más amigable y servicial, carente de la fuertes personalidades que caracterizaba a sus parientes. A la edad de seis años, con el estallido de la Revolución Gloriosa que destronó a Isabel II en 1868, la familia real se vio obligada a abandonar su patria y establecerse en el exilio en Francia durante un tiempo. Una vez que la familia se estableció en Paris, la infanta Paz, Pilar y Eulalia, fueron educadas en el colegio católico del Sagrado Corazón. Fue en este periodo, donde la Infanta recibiría su primera comunión de manos del Papa Pío IX en Roma.


Hasta este momento de su vida, La infanta Paz había desarrollado un vínculo cercano con su hermana Pilar, sin embargo, en 1879, la Infanta Pilar, que poseía una salud delicada, falleció repentinamente mientras se encontraban en la villa de Eskoriatza. A sus diecisiete años, Paz quedó profundamente afectada por esta pérdida. Para 1874, el panorama político que enfrentaba España cambió con la restauración de la monarquía y el ascenso al trono de su hermano, el Rey  Alfonso XII.
Tres años después de este histórico evento, su familia pudo regresar a España, logrando establecerse en un principio en El Escorial, pero más tarde, la familia se trasladó  Alcázar de Sevilla. Cuando Isabel II optó por regresar nuevamente a París de forma definitiva, Paz y su hermana Eulalia se establecieron en el Palacio Real de Madrid bajo la supervisión y el cuidado de su hermana mayor, la Infanta Isabel. A principios de 1880, su tía, la infanta Amalia,  planeó el matrimonio su matrimonio con su primo, el Príncipe Luis Fernando de Baviera, y aunque María de la Paz en un inició lo rechazó al no encontrarlo atractivo, tiempo después terminó aceptando la propuesta tras. La boda se celebró en la Capilla del Palacio Real de Madrid el 2 de abril de 1883. La pareja se instaló en Baviera, pero esto no impidió que Paz siguiera conservando sus derecho a la corona española. A lo largo del matrimonio la pareja sólo tuvo dos hijos, Fernando nacido en Mayo de 1884, después le siguió Adalberto quien nació en junio de 1886, y por último, la infanta Pilar, nacida en marzo de 1891. 


En Múnich, la Infanta Paz dedicó gran parte de su tiempo a la caridad, ampliando un asilo para niños pobres. Se convirtió en una activa defensora del pacifismo, participando en congresos internacionales en París, Londres y Friburgo. También empezó a dedicar parte de su tiempo a la filantropía y el desarrollo educativo. Colaboró activamente en la ampliación del asilo de niños pobres. Su proyecto más notable fue la fundación, en 1913, pero Cabe resaltan, que dicho proyecto, sería disuelto años más adelante, tras el estallido de la revolución de mil novecientos dieciocho. En reconocimiento a esta labor, su sobrino, el rey Alfonso XIII, le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil en 1914. A pesar de su vida en Múnich, Paz siempre mantuvo una fuerte conexión con España. Sus estancias en su país natal se alternaban entre el Palacio Real, el palacete de los duques de Riánsares en Tarancón y su finca en Saelices (Cuenca). La vida tranquila de la familia Borbón en Baviera se alteró cuando en 1918, la revolución alemana hizo que hizo caer a la monarquía, Y aunque a la Infanta Paz y a su familia se les permitió seguir residiendo en un ala del Palacio de Nymphenburg, la economía familiar se resintió drásticamente. Sin embargo, Paz logró mantener su estabilidad económica gracias a los ingresos que recibía como miembro de la Familia Real española, permitiéndole continuar con sus visitas esporádicas a su país natal.


Durante sus estancias en España, ella y su esposo se alojaban en el Palacio Real de Madrid. Además, la Infanta poseía una propiedad rural en Cuenca, una propiedad que fue heredada de su abuela, la Reina María Cristina. También tenía la casa de los duques de Riánsares en Tarancón, donde disfrutaba de largas temporadas en los campos de La Mancha. Cerca de allí, su esposo transformó la finca rural de Saelices en un modelo de explotación agrícola, una propiedad que años después sería adquirida por el torero Luis Miguel Dominguín. En 1928, su vínculo con España se afianzó aún más cuando el ayuntamiento de Santillana del Mar le cedió una casa para pasar los veranos en la pequeña villa que ya había visitado en 1881. 

En esta nueva faceta, Paz se convirtió en una activa defensora del pacifismo, durante la década de 1920 partició en múltiples congresos internacionales como en París, Friburgo, Londres , Luxemburgo y Bierville. Sin embargo, su vida en Alemania se vio bruscamente limitada. Tras el derrocamiento de su sobrino Alfonso XIII en 1931, Paz perdió sus ingresos españoles. No obstante, su estancia en Alemania se vio bruscamente limitada. Tras el derrocamiento de su sobrino Alfonso Trece en mil novecientos treinta y uno, Paz perdió sus ingresos españoles. Peor aún, con la llegada de Adolf Hitler al poder en enero de 1933, su familia fue puesta bajo una estricta vigilancia. A diferencia de la rama principal de los Wittelsbach, la rama Albertina, a la que pertenecía la familia de Paz, no se opuso abiertamente al régimen nazi. No obstante, su hijo Adalberto y sus nietos, Constantino y Alejandro, que servían en el ejército, fueron expulsados cuando Hitler se rebeló contra los príncipes alemanes. Oficiales de la Gestapo registraron su domicilio y sus cartas con sus corresponsales españoles eran abiertas y leídas antes de ser enviadas. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con la entrada de las tropas estadounidenses en Múnich, la casa de la Infanta fue saqueada por soldados. Irónicamente, las joyas que robaron, heredadas de su madre, la Reina Isabel II, resultaron ser falsas. Finalmente, María de la Paz falleció a los 84 años de edad en 1946, tras haber caído por unas escaleras. Posteriormente, su cuerpo fue enterrado en la cripta real de la iglesia de San Miguel en Munich.  Su esposo, el Príncipe Luis Fernando, la sobrevivió tres años.



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