María Cristina, conocida cariñosamente como Christa, nació en 1858 en el castillo de Groß Seelowitz, Austria. Fue la tercera de los hijos del archiduque Carlos Fernando, y de Isabel Francisca María de Austria, por lo tanto fue prima segunda del emperador Francisco José I. Creció en la corte de Viena, donde recibió una formación con influencia católica, y una rigurosa educación que le proporcionó amplios conocimientos en idiomas, literatura e historia. Según distintas fuentes, se le describía como una joven culta, educada y también sensata. A finales de la década de 1860, Cristina conoció a Alfonso XII en Viena, quien más tarde se convertiría en rey de España . En ese momento, el príncipe Alfonso contaba con diez años de edad, y junto con su familia se encontraba en el exilio tras la revolución que en 1868 derrocó temporalmente a la monarquía española. Tras la restauración de la monarquía en 1874, Alfonso regresó a España y ascendió al trono. En enero de 1878 se casó con su prima, María de las Mercedes de Orleans y Borbón. Sin embargo, el matrimonio fue efímero, ya que María de las Mercedes falleció a los seis meses de casarse.
En 1879, durante un encuentro entre ambos, el rey Alfonso y María Cristina se comprometieron formalmente. No obstante, el rey no se enamoró completamente de María Cristina. Sin embargo, debido a las presiones por motivos de estado, Alfonso aceptó casarse con la joven María de veintiún años. La boda se llevó a cabo el veintinueve de noviembre de mil ochocientos setenta y nueve en el Palacio Real de Madrid. María Cristina se mantuvo en un principio alejada de la política, y a pesar de amar profundamente a su esposo, tuvo que soportar sus numerosas infidelidades, especialmente su relación con la cantante de ópera Elena Sanz, con quien el rey tuvo dos hijos. Sin embargo, no pasó mucho tiempo, para que María Cristina consiguiera que Elena abandonara España y se exiliara en Francia. A lo largo de su matrimonio, María Cristina tuvo tres hijos: las infantas Mercedes nacida en septiembre de 1880. Dos años después tuvo a María Teresa, quien nació en noviembre de 1882, y por último Alfonso, nacido en mayo de 1886. La vida de María Cristina dio un giro drástico en 1885, cuando su esposo Alfonso, con tan solo 27 años, falleció a causa de tuberculosis, en ese momento María Cristina se encontraba embarazada por tercera ocasión.
La inexperiencia política, su origen extranjero y su estado de gutación complicaron la situación, pero a pesar de todo esto, ella asumió la difícil tarea de la regencia. A pesar de los intentos de otros miembros de la realeza por ejercer el poder, María Cristina fue aceptada y se ganó rápidamente el respeto y la popularidad. El 17 de mayo de 1886, el nacimiento de su hijo Alfonso aseguró la continuidad de la monarquía. Su hijo fue proclamado rey de inmediato como Alfonso XIII, y María Cristina ejerció la regencia durante dieciséis años, logrando una notable consolidación interna en España. María Cristina demostró una gran sabiduría y tacto en el uso de sus poderes como regente. Se mantuvo como una gobernante imparcial y trabajó tanto con el Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta como con el Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo. Su neutralidad y la cooperación con estos dos partidos clave permitieron un período de estabilidad política, conocido como el "Pacto del Pardo", que evitó golpes de estado y sublevaciones. Durante su regencia, se implementaron importantes reformas. Sagasta, con el apoyo de María Cristina, promovió un programa liberal que incluyó la centralización de la administración, la introducción de juicios con jurado, la legalización de derechos de asociación y reunión, y la concesión del derecho al voto a todos los varones mayores de 25 años en 1890.
A pesar de los avances, la regencia de María Cristina estuvo marcada por conflictos. El anarquismo cobró fuerza, especialmente en Cataluña, y un anarquista asesinó a Cánovas del Castillo en 1897. La inestabilidad social persistía, pero la reina regente, junto a los gobiernos parlamentarios, intentó elevar el nivel social y educativo del país, aunque con escaso éxito debido a la falta de fondos. La regencia también presenció la pérdida de importantes territorios tras la derrota en la Guerra Hispano-Estadounidense en 1898. España perdió Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Aunque la opinión pública culpó a la reina regente, la monarquía no se sentía amenazada, ya que su posición se encontraba más consolidada que nunca. En mayo de 1902, al cumplir su hijo dieciséis años, María Cristina le entregó el gobierno, fiel a su promesa, permaneció apartada de la política, pero sirvió como una experimentada consejera para su hijo. A través del linaje de parte de su nieto, Juan de Borbón, la llevó a ser la tatarabuela del actual rey, Felipe VI. Finalmente, la reina María Cristina falleció el 6 de febrero de 1929, a los 71 años. Sus restos fueron sepultados en el Panteón de los Reyes del Monasterio de El Escorial, en España.
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