Adelgunda de Braganza (Adelgunda de Jesús María Francisca de Asís y de Paula Adelaida Eulalia Leopoldina Carlota Micaela Rafaela Gabriela Gonzaga Inés Isabel Avelina Ana Estanislao Sofía Bernardina) nació el diez de noviembre de mil ochocientos cincuenta y ocho, en Bronnbach, Alemania, Durante el Reino de Wurtemberg. Fue la quinta de siete hijos, Su padre fue Miguel I, un rey de Portugal que tras su derrota en las guerras liberales portuguesas, se vio obligado a exiliarse en Austria desde mil ochocientos treinta y cuatro. Su madre era la duquesa Adelaida de Löwenstein, hija del príncipe heredero Constantino. A los ocho años de edad, la pequeña Adelgunda perdió a su padre. A raíz de esto, al igual que sus otros hermanos fue criada y educada en un ambiente estrictamente católico y conservador por su propia madre. Su tío materno, el príncipe El Príncipe Carlos, desempeñó un papel fundamental en sus vidas, convirtiéndose en una figura paterna para ellos.
Casi al cumplir 18 de edad, contrajo matrimonio con el Príncipe Enrique de Borbón y Parma, Conde de Bardi. La boda se celebro el 15 de octubre de 1876, en Salzburgo, durante el imperio austrohúngaro. El príncipe Enrique era siete años mayor que ella, además ya había estado casado antes con la princesa María Luisa de Borbón-Dos Sicilias, quien murió en agosto de mil ochocientos setenta y cuatro. Enrique también había sido un veterano de la guerra carlista, cuyas lesiones en el campo fueron cobrando factura hasta que en un momento determinado terminaron por dejarlo inválido. Los años posteriores a la boda, la pareja dividía su vida entre el Castillo de Seebenstein, en Austria, y el palacio Vendramin Calergi, en Venecia. Desde mil ochocientos ochenta y dos, en este segundo hogar en Venecia, hospedaron al famoso compositor alemán Richard Wagner, y a su familia, Wagner fallecería en este lugar en febrero del año siguiente.
Su unión, aunque fue sólido, Adelgunda no logró concebir ningún hijo, ya que lamentablemente, sus nueve embarazos terminaron en abortos espontáneos, siendo el último en 1890. Tras casi tres década de matrimonio, Adelgunda enviudó en 1905, después de ese momento, sus numerosos sobrinos y sobrinas, en particular la Gran Duquesa María Adelaida de Luxemburgo, fueron de gran apoyo emocianl durante su inmenso dolor. En 1908, fue madrina de bautizo de su sobrino, el príncipe Eduardo Nuño de Braganza, un evento que la vincularía aún más al futuro de la casa real. Tras la renuncia del príncipe Miguel de Braganza a su derecho al trono, Adelgunda se convirtió en regente de los derechos dinásticos de la rama miguelista al trono de Portugal en favor de su sobrino, quien en ese entonces contaba con solo doces años de edad. Con notable determinación, dedicó parte de su vida a la causa de la restauración monárquica portuguesa. Al comienzo de su nueva faceta como regente en mil novecientos veinte, a Adelgunda le fue concedido el título de duquesa de Guimarães.
A pesar de los numerosos desafíos y la falta de un pacto definitivo, su influencia fue crucial. Tras la muerte del rey Manuel II en 1932, el movimiento monárquico Integralismo Lusitano aclamó a Eduardo Nuño como el legítimo rey de Portugal. Este reconocimiento consolidó el papel de Adelgunda en la afirmación y legitimación de la línea miguelista al trono portugués. Posteriormente, Eduardo Nuño residió con Adelgunda en Seebenstein por un tiempo, hasta la ocupación alemana de Austria. En ese momento, toda la familia se trasladó a la ciudad de Berna, en Suiza. Finalmente, Adelgunda de Braganza, infanta de Portugal, y duquesa de Guimarães, falleció el quince de abril de mil novecientos cuarenta y seis, en Gunten, Suiza, a los ochenta y siete años de edad. Su cuerpo fue sepultado en el Cementerio de Thun, en Suiza.
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