El 26 de noviembre de 2025, la cena de gala ofrecida en el Palacio Real de Madrid en honor a la Visita de Estado del Presidente de la República Federal de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y la Primera Dama, Elke Büdenbender, se convirtió en una ocasión memorable no solo por el protocolo diplomático, sino por la elección de las joyas y el vestuario de la Reina. La Reina Letizia deslumbró con un elegante vestido negro de Carolina Herrera, con escote cuadrado y sutiles detalles de pedrería en los hombros.
El centro de todas las miradas fue la joya que coronaba su peinado, se trataba de la histórica tiara Cartier. Esta valiosa pieza, que originalmente perteneció a la Reina Victoria Eugenia, es una de las más significativas del joyero real. Su uso fue un evento de gran relevancia ya que la Reina Letizia no la había portado en público durante siete años. La única ocasión anterior en la que la Reina había lucido la tiara fue en 2018, también durante una cena de gala ofrecida al presidente de Portugal. La historia de esta joya se remota a la segunda década del siglo XX, cuando ésta fue fabricada por encargo del Rey Alfonso XIII para su esposa, la Reina Victoria Eugenia.
Tras la muerte de la Reina Victoria Eugenia, conocida cariñosamente como Ena, fue heredada por su hija, la Infanta María Cristina. Sin embargo, gracias a un acuerdo posterior, la diadema se reintegró al joyero real, permitiendo a la Reina Sofía lucirla en múltiples ocasiones. La tiara también conocida como la tiara de perlas de Ena fue fabricada por la prestigiosa casa francesa Cartier y se caracteriza por un diseño de una flor de lis que incorpora dos grandes brillantes sobre una base de platino. Sobre su diseño sobresalen siete grandes perlas que reemplazaron a las esmeraldas que originalmente poseía.
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